Hace ya varios años que no participamos de las actividades y eventos que ocurren durante la época de Halloween.
¿Me pesa? Claro que sí, especialmente ahora que mi hijo de 4 años se entusiasma tanto al ver los disfraces, las decoraciones de los vecinos, las luces anaranjadas y todas las películas y caricaturas que tienen como tema vampiros, fantasmas y monstruos.
Él sueña con ser un pirata en estos días, y cada vez que vamos al supermercado, me pide que compremos una calabaza para hacer una linterna. Debo admitir que me parte el corazón decirle que nosotros no celebramos esa fiesta porque “el miedo y la oscuridad no son bonitos”.
Explicarle a mi hija fue un poco más fácil, creo que ella también tenía cuatro años cuando hablamos del tema. A pesar de haber participado en años anteriores de estos eventos donde pudo disfrazarse de princesa, bailarina o hada y donde recibió cantidades estratosféricas de dulces, y a pesar de haber disfrutado tanto de hacer manualidades con enormes calabazas, cuando le expliqué lo que ocurría durante la fiesta de Halloween, con un suspiro de resignación me dijo que no había problema, que ella entendía por qué en adelante ya no lo celebraríamos.
Por mi parte, siempre había escuchado argumentos a favor y en contra de participar de esta fiesta, sin embargo me parecía que la ilusión que tenían los niños durante todo el año de convertirse en un súper héroe o en una princesa el 31 de octubre y recibir un tesoro de dulces de cada vecino, no tenía nada de malo.
Finalmente y gracias a las famosas redes sociales, el asunto para mí se volvió cada vez más claro. Lo que realmente ocurría la noche de Halloween, según testigos presenciales de actividades y rituales satánicos, no tenía nada que ver con juegos infantiles. ¡Era realmente aterrador!
Había varias cosas que me confundían (y lo siguen haciendo), una de ellas es que no existe un pronunciamiento oficial de la Iglesia con respecto a este tema, en los mismos colegios católicos, celebran este día con dulces y disfraces. Por otro lado, aquí en Estados Unidos se trata de una tradición tan arraigada, que la gente gasta una gran cantidad de dinero en adornos, luces, dulces y hasta el disfraz perfecto para ese día, y entre ellos, mis grandes amigos católicos, practicantes, y hasta defensores de la VIDA.
Como muchos saben, la fiesta de Halloween tiene orígenes cristianos, solo que en ese entonces la celebración se llamaba “All Hollows Eve” (la noche anterior al día de todos los santos) y no tenía nada que ver con actividades diabólicas, hasta que se mezcló con las tradiciones paganas y supersticiosas de los celtas (antiguos habitantes de Gran Bretaña) que celebraban al “dios de los muertos” en esa fecha.
Aunque muchos quieran justificar esta celebracion argumentando que su origen no estuvo relacionado con algo negativo, todos parecen ignorar lo que sucede mientras sus niños andan de casa en casa pidiendo golosinas.
La primera vez que escuché el testimonio de un ex-satánico convertido al cristianismo, explicando lo que ocurría durante la noche de brujas, empecé a dudar si el Halloween realmente se trataba de una diversión inocente. Entre más historias y testimonios leía, más me convencía de que esas cosas realmente ocurrían, todas las descripciones de los rituales y aberraciones, coincidían de forma macabra.
Cuando un tema parece muy controversial, o tiene tintes de leyenda urbana, lo mejor es siempre consultar fuentes fidedignas. El portal de la agencia de noticias católicas ACI Prensa, en su artículo 8 cosas que todo cristiano debe saber sobre el Halloween dice que según algunos testimonios, esta es la fiesta más importante para los cultos demoníacos porque se inicia el nuevo año satánico y es como una especie de “cumpleaños del diablo”. Es en esta fecha que los grupos satánicos sacrifican a jóvenes y especialmente a niños porque son los preferidos de Dios.
Sin embargo, no fue sino hasta que escuché a sacerdotes católicos y exorcistas, hablar del tema, que tomé la decisón definitiva de no dejar que mi familia participara de esta fiesta nunca más. Mi esposo estuvo de acuerdo de inmediato, él toda la vida había tenido una idea muy negativa acerca del Halloween, y no estaba equivocado: nunca le pareció buena idea que existiera una noche para celebrar la oscuridad y la muerte.
Otras personas argumentan que aunque fuera cierto que se realizaran rituales y actividades diabólicas en esa fecha, la tradición inocente de los niños de disfrazarse y pedir dulces, no tendría por qué ser un tema controversial. En mi humilde opinón considero que si hay un día del año en que oficialmente se llevan a cabo crímenes y ofensas tan grandes a Dios (misas negras, profanación de hostias consagradas y asesinatos, entre otras cosas), por nada del mundo quiero que mis niños crean que este es un día divertido que debamos celebrar y esperar con ilusión todo el año. ¡Y qué decir de los peligros que pueden correr!
Ha sido realmente difícil. Los adornos y mercancías del día de brujas ¡están por todas partes! Los niños no pueden evitar entusiasmarse. ¿Cómo hacer para salir bien librados de la cultura cuando vamos remando contra corriente? Francamente no lo sé. Seguiremos en la dura batalla de ser coherentes con nuestra fe, aún en contra del discurso dominante.
Existen algunas recomendaciones de familias y sitios católicos, para sustituir las actividades tradicionales del Halloween.
Una de ellas es llamar a la fiesta Holy wins! ¡La santidad gana! Y hacer que los niños se disfracen de santos: ¡hay muchísimas opciones hermosas! Y por supuesto, participar en eventos que se lleven a cabo en nuestras iglesias, que incluyan celebración para la víspera del día de Todos los Santos, Misa, Adoración Eucarística y una catequesis sobre el Cielo.
Otra por supuesto es regresar a nuestras raíces y enfatizar el día de muertos, hacer altares y comer el delicioso pan tradicional.
¿Y tú qué haces el 31 de octubre con tus niños? ¿Crees que existan alternativas positivas para esta fecha? Nos encantaría conocer tu opinion.