Ayer fuimos a conocer a esta hermosura de bebé. Manejamos más de dos horas para llegar, porque además de la distancia, nos sorprendió una tormenta a media carretera, que casi nos hace regresar.
Cuando por fin llegamos a la casa-hogar donde se encuentran este bebé y su mamá, el cielo ya no estaba negro, ¡estaba claro y el clima hermoso! Mis cuatro niños más chiquitos, que fueron los que pudieron acompañarme, estaban felices y emocionados de por fin poder conocer a este bebé tan especial.
Esta es la labor pro-vida que disfruto con toda el alma: la que puedo hacer con mi familia y la que me lleva hasta estas mamás y estos angelitos. Horas antes, fuimos todos a comprar los regalos que le llevaríamos a este pequeñito del Proyecto Gabriel que esperábamos con tanta ilusión.
Este hogar recibe a mamás en circunstancias difíciles sin ningún costo, y les ofrece la oportunidad de empezar de nuevo. Les ofrece un lugar bello para vivir durante su embarazo y los primeros meses, o incluso años, de vida de su bebé. En el caso de esta mamá, le han ayudado a conseguir clases de inglés, capacitación para trabajar, y ayuda legal para tramitar su asilo en este país. Durante su embarazo recibió cuidado prenatal y todo lo necesario para recibir a su bebé.
Si ustedes recordarán, esta jovencita fue víctima de tráfico humano desde muy chiquita, y fue obligada a abortar en dos ocasiones. Fue gracias a una organización de ayuda para la mujer con la que logró hacer contacto, que pudimos conocerla y ayudarla.
Nuestra directora del Proyecto Gabriel (un angel de verdad) con un esfuerzo sobrehumano y después de llamar a todos las líneas de ayuda y refugios del país, pudo encontrar este hogar para ella lejos de su agresor.
Llegado el día y la hora, y con el valor y la generosidad que la caracterizan, así como en las películas de acción, Linda fue a su rescate, y juntas la transportamos hasta este maravilloso lugar. ¡Una verdadera bendición de Dios!
Me acuerdo tanto de esa aventura. Tuvimos que planear todo en minutos: Quién se quedaría con mis niños y qué comerían ese día; dónde me encontraría con ella; mi camioneta estaba en el taller así que tenía que llevarle el carro a mi esposo para que pudiera regresar a casa después del trabajo. De ahí emprenderíamos el viaje con esta mamá a su nuevo hogar, no sin antes comprarle de todo: desde calcetines, zapatos, ropa, comida, una maleta y hasta un celular.
Recuerdo tanto su cara seria, sin expresión, sus palabras breves. Yo estaba ahí para traducir todo entre ellas, y para que se sintiera cómoda con alguien hablando en su idioma, pero me costaba conectar con ella. Se notaba que no podía comunicar mucho, en su corazón había un torbellino de sentimientos. Su alma seguramente llevaba una carga muy pesada. El cansancio se le veía en cada gesto.
Sin embargo ayer, durante nuestra visita para conocer al baby ¡era otra persona! Sí que la maternidad es SANADORA. ¡Es transformadora! Estaba radiante, feliz. Se veía contenta de vernos, de platicar con nosotros, de mostrarnos a su hermoso bebé. ¡Se veía tan orgullosa de su chiquito! Yo la veía y no podía creerlo. Sus ojos, su cara, hasta su cabello se veían diferentes. Era una muchacha mucho más joven, bonita, sociable, platicadora, llena de planes y sueños. No parecía recién salida de un hospital. Me contó de sus clases de inglés, de lo bien que duerme y come su bebé, de lo feliz que está en ese hogar, de todo lo que haremos la próxima vez que la visitemos. Yo casi quería llorar de alegría.
Ahora que lo pienso, nuestro viaje y nuestra travesía entre nubes negras, y aquella tormenta tan fea, fueron la metáfora perfecta. El cielo oscuro y la lluvia intensa, casi nos hicieron desistir en nuestro deseo de llegar para conocer y cargar a ese precioso bebé. Pero después, llegamos a la calma y al cielo claro con viento tranquilo. El atardecer tan bello nos trajo también luz suave y canto de pajaritos. Y lo más hermoso de todo, fue encontrarnos con esta mamá transformada y radiante con su bebé en brazos. Todo nos anticipaba esta historia de amor y redención escrita por Dios.
Cuando nos despedimos, mis hijos la abrazaron y la besaron. Ella disfrutó mucho esas muestras espontáneas de afecto. Durante nuestro encuentro, ella veía y escuchaba sus ocurrencias con una enorme sonrisa.
¡Estos son los milagros que hace el amor! ¡Estos son los milagros que hace Dios! Estos son los milagros que haces tú con tus oraciones, con tu voluntariado y con tu generosidad cada vez que haces un esfuerzo por apoyar un ministerio Pro-Vida.
¡Gracias por todo lo que haces por estas mamás y por estos pequeñitos! Los más indefensos entre nosotros. Dios pague con creces tu generosidad y tu amor, porque aún sin saberlo, estás salvando y restaurando VIDAS.
Si no lo has hecho antes y te gustaría ser parte de esta labor tan hermosa, o si hoy quisieras ayudarnos económicamente, puedes enviar un donativo al Proyecto Gabriel en el siguiente link: https://greatlakesgp-donor.donors.app/The-Gabriel-Project
Recuerda que no hay aportaciones pequeñas. Con tu ayuda y con el favor de Dios, muy pronto estaremos abriendo las puertas de nuestro Centro de Ayuda para la Mujer del Proyecto Gabriel en el Sur de Indianápolis. Ayúdanos a lograrlo y a compartir más historias como ésta.
¡MILLONES DE GRACIAS Y BENDICIONES! Aquí te dejo de nuevo el link para donar: https://greatlakesgp-donor.donors.app/The-Gabriel-Project