Si me has visto con seis niños en la calle o en las imágenes de mi blog, jamás te imaginarías que yo hubiera tenido que enfrentar esta prueba tan dolorosa: la cruz de la infertilidad.
Cirugía de emergencia
Cuando tenía 17 años y después de dos pruebas físicas importantes (me gustaban las peregrinaciones y los maratones acuáticos), fui a dar al hospital.
Tuve que someterme a una cirugía de emergencia debido a un dolor de MUERTE del lado izquierdo, por abajo del ombligo.
Sí. Adivinaste. Se trataba de un ovario. Tenía un quiste gigantesco. Tan grande y tan pesado, que con la actividad física se había dado vuelta. El dolor era insoportable.
Por alarmante que parecía la situación y a pesar de haber perdido el ovario y una trompa completa, eso no fue lo que causó mi infertilidad. De hecho, una década después, tuve a mi primer bebé. Cuatro años después tuve tres hijos (uno tras otro) y un par de años más tarde, tuve un quinto bebé.
¡Es increíble cómo suceden las cosas en los tiempos y los planes de Dios!
Nuestro encuentro con la infertilidad
¿Qué fue entonces lo que me ocurrió? Lo mío se conoce como: “Infertilidad Secundaria”.
Es decir, después de haber tenido embarazos y bebés saludables, de pronto, y debido a algunos factores como la edad, malos hábitos de salud y los consecuentes desajustes hormonales, no podía llevar a término un embarazo.
En febrero del 2017 y en agosto del mismo año, con solo 6 meses de diferencia, vivimos nuestras primeras pérdidas gestacionales.
Para las familias que han pasado por esta experiencia, saben lo doloroso que es física y emocionalmente. No nos cabía en la cabeza que estuviéramos viviendo esta pesadilla.
El Modelo Creighton y la NaPro Tecnología restauran mi fertilidad
Entonces comencé la certificación para convertirme en Instructora del Modelo Creighton. Con esta capacitación, podría ayudar a matrimonios a espaciar o a lograr sus embarazos, de forma natural y de acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia. ¡Podría ayudar a parejas con problemas de infertilidad a tener un bebé!
Con este conocimiento también pude identificar cuál era mi problema.* Tenía una deficiencia grande de progesterona, hormona indispensable para la gestación. Rápidamente pusimos manos a la obra.
Me puse al cuidado de una doctora con especialidad en NaPro Tecnología. Me hicieron los estudios necesarios y comencé mi tratamiento para mejorar mis probabilidades de concebir y llevar a feliz término un nuevo embarazo.
Nuestra alegría se vuelve dolor
Anunciamos con gran alegría que tendríamos un bebé a finales de diciembre del 2019. Pero nuestra emoción se opacó pronto cuando nos informaron que algo no estaba bien. El ultrasonido mostraba una posible condición congénita en nuestro pequeño Jacob.
Nos refirieron con un médico para embarazos de alto riesgo. Más estudios y más ultrasonidos nos confirmaron la dolorosa noticia: Jacob tenía pocas probabilidades de vivir.
Su corazoncito no estaba bien. Su columna tenía una deformidad importante. Los órganos de su pancita no estaban en la cavidad estomacal. Si lograba nacer, el pronóstico no era nada alentador. Necesitaría respirador y muchas cirugías que no garantizaban alargar mucho su vida.
Yo lo veía en la pantalla completito, activo, veía su corazón y hasta su boca. Sus manitas perfectas y sus piernas no dejaban de moverse. No entendía por qué el doctor me daba tan malas noticias. ¡No podía ser cierto! El mundo se me venía encima, sentía que me asfixiaba.
Dios tenía otros planes
A pesar de tanto dolor, y la sutil sugerencia que nos hicieron de “interrumpir nuestro embarazo”, vivimos con mucha fe cada etapa de esta prueba. No perdíamos la esperanza de poder recibir a nuestro bebé sano y fuerte. Aún con necesidades especiales y los difíciles procedimientos médicos que le esperaban, deseábamos con todo nuestro corazón tener a Jacob con nosotros. Pedíamos a nuestra Madre del cielo su intercesión, pues pensábamos que podríamos arrancarle un milagro a Dios. Pero Él que es bueno y sabio, tenía otros planes; unos mejores aunque incomprensibles para nosotros.
Jacob nacería para el cielo, el 20 de agosto a las 12:57 de la madrugada, con 19 semanas y 5 días de gestación, pesando solo 5 onzas.
Alegría en el sufrimiento
Dios nos dio la oportunidad de recibir su cuerpecito sin vida para conocerlo y pasar con él 4 hermosas horas. ¡Se parecía tanto a su hermano Joseph! Fue un verdadero regalo en medio del sufrimiento.
Pudimos despedirnos de él y decirle cuánto lo amábamos. También sus hermanos y su abuela. Lo cargamos, lo arrullamos, lo besamos y lo bañamos con muchas lágrimas de amor.
Le dimos cristiana sepultura y mucha gente nos llenó de cuidados, amor y oraciones mientras vivimos nuestro duelo. Dios fue muy bueno y muy generoso con nosotros a través de todos ellos.
El tiempo pasó. Y aunque necesitamos mucho apoyo para superar el vacío que dejo nuestro bebé, pudimos ir sanando poco a poco, también los niños. Fue un proceso diferente para cada uno.
¡Qué clase de locos somos!
Después de vivir tanto dolor ¿qué clase de necios, locos, “irresponsables” o ilusos, podrían seguir abiertos a la vida y confiados en la misericordia y las promesas de Dios? ¡NOSOTROS!
De nuevo, Dios nos regala la alegría de anunciar un nuevo embarazo en la Pascua del 2020 ¡y en plena PANDEMIA!
Rápidamente nos pusimos al cuidado de nuestra doctora NaPro y comenzamos este embarazo con apoyo hormonal y de la mano de Dios. Con muchas inseguridades y miedos porque somos humanos, pero con mucha esperanza porque somos hijos suyos.
Desde el principio todo fue de maravilla. Este ha sido uno de los embarazos más saludables y felices que he tenido. Los niños hicieron de este periodo de espera, un tiempo mágico. Todo era alegría y esperanza. Desde muy temprano en la gestación supimos que era una niña. También supimos casi inmediatamente que su nombre sería Fátima Lucía.
De la mano de la Virgen
La primera vez que la vimos en un ultrasonido fue el 13 de mayo del 2020, día de Nuestra Señora de Fátima. El día que tuvimos el estudio más minucioso para ver su corazón y cada unos de sus órganos, venas, arterias y el flujo de sangre en el cordón umbilical, es decir, el día en que los médicos y nosotros tuvimos la absoluta certeza de que todo iría bien, fue el 20 de agosto, en el primer aniversario de la llegada al cielo de su hermano Jacob.
Nuestra pequeña nació perfectamente saludable, por medio de una cesárea, el 12 de diciembre del 2020, día de la Virgen de Guadalupe. La bautizamos al día siguiente, el día de Santa Lucía.
El arcoíris después de la tormenta
Fátima Lucía, o Mía como la llamamos cariñosamente, es nuestro ARCOÍRIS, nuestro sol y nuestra luz después de la tormenta de la infertilidad y las pérdidas gestacionales. Mía es para nosotros la misericordia de Dios y el consuelo que nos alcanzó la Virgen. Mía representa para nosotros las promesas y la fidelidad de Dios como el arcoíris para Noé después del diluvio.
De hecho, en la cultura moderna se conocen como “bebés arcoíris” a los pequeños que nacen después de una pérdida gestacional, o después de que un bebé muere poco después de nacer. Son niños que vienen al mundo después de un duelo y de un embarazo que se vive con miedo y ansiedad, pero que al mismo tiempo llenan de luz las vidas de sus familias, así como el arcoíris ilumina el cielo después de una tormenta.
Una y otra vez vemos cómo el arcoíris representa la vida y las promesas de Dios. Soñamos con el día en que podamos recuperar completamente el símbolo del pacto de Dios con su gente y deje de ser usado para promover un mensaje tan dañino y tan contrario a Su voluntad.
Nosotros solo podemos agradecer al Señor de la Vida por cada uno de nuestros hijos mayores, por los que tuvieron un paso breve por este mundo, por baby Jacob y por supuesto, por el milagro de nuestro ARCOÍRIS, nuestra pequeñita Fátima Lucía, que nos derrite de amor y ternura y nos hace voltear al cielo con el corazón abrumado de gratitud.
¡Feliz cumpleaños hasta el cielo, mi amor, nuestro baby Jacob! No hay día en que no estés en nuestros pensamientos. Tú y tus hermanitos que están contigo, hacen que anhelemos aún más el CIELO.
FÁTIMA LUCÍA ¡Gracias por existir! Gracias por enseñarnos a confiar siempre en Dios y a no perder nunca la esperanza.
*Te preguntarás por qué no fui a un médico para que me diagnosticaran este problema. ¡Claro que fui! No me ofrecían hacerme ningún tipo de estudio. Porque de acuerdo a la “ginecología moderna” las pérdidas gestacionales son “normales”, “comunes”, “no son para preocuparse”, y “no hay nada que se pueda hacer”. Te dicen que “el siguiente bebé seguramente se logrará sin problemas”. Por todo lo anterior no te hacen ningún análisis sino hasta que pierdes TRES BEBÉS.
*Por favor, si estás experimentando pérdidas gestacionales o ciclos que no te permiten lograr el embarazo, acude a un FertilityCare Practitioner que de ser necesario te referirá con un médico con certificación en NaPro Tecnología.
Más información en el siguiente link: Modelo Creighton
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Tuyos en Cristo,
Maria y Daniel