Hasta Que No Meta Mi Dedo En Su Costado…

Si yo tuviera…

No te imaginas con cuánta frecuencia nos dicen, con más o menos palabras: “Ustedes se pueden dar el LUJO de tener muchos hijos, porque ustedes seguro tienen…”
Mucha ayuda
Un buen ingreso
Un gran trabajo
Una casa así o asá
Tienen suficiente paciencia
Tienen energía de sobra, etc., etc., etc.

En otras palabras, ustedes pueden porque son “privilegiados” 😂

Y luego siguen: “si yo tuviera,” “si yo fuera,” “si yo hiciera”… “A LO MEJOR también tendría más hijos” (en el mejor de los casos, porque en estos tiempos, hay muchos que no quieren tener ni siquiera uno).

Permíteme reírme un poco antes de seguir.

Ahora déjame hacer la siguiente aclaración: NO. No tenemos NADA de lo mencionado arriba. Y en más ocasiones de las que quisiéramos admitir, nos hemos visto en aprietos.

Mi esposo tiene un trabajo y un ingreso decente. NO gana una fortuna, ni mucho menos. Yo me dedico a mi familia y a nuestro ministerio. Vivimos en una casa pequeña a las afueras de la ciudad y por lo tanto, ECONÓMICA. Tenemos una vida bastante austera, sin nada de lujos. No usamos ropa cara, y a veces ni siquiera nueva. No recibimos ninguna asistencia del gobierno. No tenemos familia cerca que nos ayude. Y NO nacimos con paciencia o energía ilimitadas.

La Providencia de Dios

¿Sabes lo que sí tenemos y de sobra? Una gran confianza en Dios y en su Divina Providencia. Él nos ha demostrado con cada hijo que ha llegado, que Él es fiel, bueno, generoso y PROVIDENTE.

El estar abiertos a la vida, requiere que le creamos a Dios primero. Que caminemos en fe. Que tengamos la absoluta certeza de que Él se hará cargo de todas nuestras necesidades. Que creamos en su Palabra cuando nos dice:

“Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, y sin embargo, vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No sois vosotros de mucho más valor que ellas?”

Señor, primero las pruebas

El “cuidarnos” de no tener hijos, hasta que la situación sea ideal para tenerlos, es pedirle primero pruebas a Dios de su Providencia. Decirle “no me aviento si no me muestras primero la red”. O sea, no te creo hasta que me demuestres lo que me dices. ¿Te suena la famosa incredulidad del apóstol santo Tomás? “Si no veo en sus manos las llagas de los clavos, y no pongo el dedo en la llaga de los clavos, y mi mano en el costado, no lo creeré.”

¿Te quedaste pensando?

Prepárate…

Dios quiere saber qué tanto confiamos en Él, para darnos más. ¡Dios nos pide que caminemos sobre el agua!

Pero ¿cómo se atreve? ¡Qué Dios tan audaz! ¡¿¡Mira que pensar que podemos confiar en Él de esa manera?!?

La apertura a la Vida

Para los que todavía no creen que Dios nos pide específicamente la confiada y generosa apertura a la vida, ¿saben lo que dice el Señor en el Génesis?: “Sean fecundos y multiplíquense. Llenen la tierra y sométanla”.

NUNCA nos dice:

Sean precavidos
Pocos hijos por favor
Solo los que puedan aguantar o mantener
Primero tu paz mental
Debes asegurarte de tener una salud óptima
Tengan ahorros o buenos ingresos antes de recibirlos
Piensa en cuánto te va a costar la universidad, etc.

Tampoco dice “CUÍDATE. Un hijo a veces puede ser un PROBLEMA o una CARGA. Un hijo podría ser un ERROR”.

De ser así ¿Qué acción debería seguir a un embarazo “problema”? ¿El rechazo, el abandono, el aborto?

Mentalidad anticonceptiva

La mentalidad de “cuidarnos” contra los hijos, deriva en verlos como lastres a evitar a toda costa. Y de presentarse “el imprevisto”, en considerar lo impensable.

Si de algo estoy absolutamente convencida, es de que Dios JAMÁS querría que un hijo suyo fuera visto como indeseable, o un error desafortunado. ¿Te das cuenta de lo CONTRADICTORIA que es la mentalidad “católica-anticonceptiva”?

Para muestra un botón

En fin. Te escribí todo esto solo para decirte que Dios es fiel, que Él ama la VIDA y que Él no se deja ganar en generosidad.

Y para muestra, un botón:

TODO lo que hemos llegado a tener, por la Gracia de Dios, en todos los aspectos (física, espiritual, emocional y hasta materialmente), fue llegando CON LOS HIJOS. Primero le dijimos que SÍ al Señor, sin pedirle NINGUNA prueba antes. Y Él ha cambio, nos ha dado más de lo que alguna vez, hubiéramos podido imaginar. Comenzando por una felicidad que NO nos alcanza el corazón para sostenerla, y que no cabría en la brevedad de esta vida. Y que si Dios lo permite, podremos seguir disfrutando con nuestros hijos por toda la eternidad.

Necesidades especiales

PD1. Para la mamá que nos ha dicho, que teniendo un hijo con necesidades especiales (que requiere tantos cuidados), ya no se siente capaz de tener otro, le cuento que tengo un hijo con autismo, y otro con retraso de desarrollo físico y cognitivo. También le cuento que sus hermanos son sus mejores amigos y terapeutas. Que de no ser por mis otros hijos, mis niños tal vez nunca hubieran tenido el progreso y los alcances que tienen ahora.

No puedo con dos

PD2. Para la mamá promedio que nos dice todo el tiempo “yo NO PUEDO ni con dos, mucho menos podría con 3 (4, 5, 6…).” Solo le digo una cosa: Haz la prueba y verás QUÉ BUENO ES EL SEÑOR.

No, no ha sido fácil

PD3. Para la mamá que me ha preguntado si mi caminar ha sido fácil, le cuento que:

Tener uno fue dificilísimo. Tener dos fue una locura. Tener tres fue como entrar a un manicomio. Tener cuatro fue como llegar al CIELO. Sí, lo leíste bien. Fue como sentir que Dios me decía: “Bien hecho hija mía, aquí está tu recompensa”.

Lo que siguió fue sobrenatural: alegría, paz, energía, fe, amor inigualable, creatividad desmedida, muchas, muchas, muchas satisfacciones, gozo constante en mi corazón y el deseo ardiente de dar más y más vida.

¡Bendito y alabado sea el Señor de la VIDA! ¡Bendito, bendito seas Señor! ¡Bendito seas por siempre mi Señor!

Señor mío y Dios mío.

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