La oscuridad sólo es. Existe como un todo. Existe sin esfuerzo.
La oscuridad es simplemente una presencia constante. No necesita ser creada ni mantenida. Es la ausencia de luz, un estado natural y eterno.
La luz, por el contrario, cuando está presente, requiere acción, cuidado y mucho esfuerzo. Se genera y se mantiene con esfuerzo.
La luz de un fósforo requirió la acción de la fricción para provocar la chispa. Requiere la acción de la combustión para mantenerse encendida. Requiere que se consuma el pequeño hilo de madera, que es su tiempo de vida. Si nos detenemos a pensar por un momento, entendemos que nuestra vida también transcurre entre estos procesos.
Nacemos en la oscuridad de la ignorancia y el pecado. Es por el esfuerzo de nuestros padres que se enciende la primera chispa. Es por ellos que recibimos la gracia del Bautismo, nuestra primera luz espiritual. Y es por su empeño y amor que obtenemos una educación académica y una formación en la fe y en los valores. En otras palabras, recibimos combustible para mantener la luz del alma y encender la luz del intelecto.
A lo largo de nuestra vida, podemos elegir qué hacer con ese regalo. Podemos transmitir y ser luz para los demás, o apagarnos y arrastrar a otros a la oscuridad.
Si nos formamos y aprendemos continuamente, estamos haciendo crecer el fuego que encendieron nuestros padres en nosotros. ¡Y no con poco esfuerzo!
Para ser luz debemos mantener la combustión, debemos ser constantes, y comprometidos. ¡Debemos esforzarnos mucho!
Ser luz también duele. ¡El fuego nos quema! Solo quemándonos irradiamos luz. El dolor y el sufrimiento que esa llama nos provoca, también ilumina el camino de otras almas ¡su camino hacia la salvación!
En estos tiempos de tanta oscuridad y confusión, se necesita más que nunca la luz que podamos irradiar.
¿Cómo puedes ser luz tú?, te preguntarás.
Sé luz formándote en la fe y en los valores. Sé luz en tu oración constante y tu relación con Dios. Sé luz llevando a plenitud tu vocación. Sé luz casándote y formando una familia santa. Sé luz en tu matrimonio y en la formación de tus hijos. Sé luz remando junto con los tuyos contracorriente. Sé luz en el servicio a los demás. Sé luz siendo valiente, anunciando la verdad a tiempo y a destiempo. Sé luz compartiendo tu testimonio. Sé luz defendiendo la vida y la familia. Sé luz cargando tu cruz con heroísmo. Sé luz siguiendo a Cristo.
No dejes que la oscuridad con su eterna presencia reine en este mundo.
¡ARDE para que seas luz! ¡Y que sea la LUZ la que gane esta BATALLA!