Nota: Este artículo de nuestra autoría fue publicado originalmente en el sitio Familias.com
La sociedad actual nos muestra el modelo de familia ideal con dos niños, de preferencia uno de cada sexo. Toda la cultura, empezando por la publicidad y hasta los libros de texto, promueven una y otra vez esta imagen de familia perfecta, con la promesa inmediata de que tendremos más cosas materiales y una vida menos complicada.
Lo cierto es que a las familias con más de dos hijos, se nos cuestiona todo el tiempo si éstos fueron planeados. La gente se pregunta si no sabemos la manera de evitar un embarazo, o si simplemente hemos perdido la razón.
Cuando mi esposo y yo descubrimos que nuestro cuarto bebé venía en camino, nos vimos frente a un reto económico importante. Por un momento sentimos que se nos venía el mundo encima. Tristemente, lo que más nos abrumaba era tener que dar la noticia a la gente: sabíamos que seríamos motivo de críticas y burlas. ¡Y no nos equivocamos! Incluso personas muy cercanas a nosotros (tal vez sin mala intención) hicieron comentarios muy hirientes: ¡Pronto tendríamos un cuarto bebé! ¿No acabábamos de tener un bebé? ¿Qué no conocíamos la cantidad de métodos anticonceptivos disponibles en el mercado?
A pesar del poco entusiasmo de algunos familiares y amigos, la llegada de nuestra bebé fue un motivo de inmensa alegría. Con pequeños sacrificios nuestra economía no colapsó como pensamos, y nuestra familia simplemente se hizo más hermosa y alegre. La realidad es que existen grandes ventajas al tener familias numerosas, mi esposo y yo las hemos ido descubriendo con cada vida nueva que ha llegado a alegrar nuestro hogar. Aquí te presento algunas de ellas:
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1. Los hermanos mayores maduran
Debido a las nuevas responsabilidades que llegan con los bebés, los hijos más experimentados se ven en la necesidad de ayudar con las tareas del hogar y procurar el bien de los hermanitos más pequeños. Nuestra hija mayor, de ocho años de edad, sorprende a todos con su madurez y con su gran sentido de responsabilidad hacia sus hermanos.
Nuestro segundo hijo, de cuatro años, quien fue diagnosticado con autismo, ha aprendido a poner la mesa por iniciativa propia , a preparar biberones y a despertarnos con el desayuno servido (que casi siempre consiste en galletas y leche), entre muchas otras cosas. Sus terapeutas están sorprendidas por sus avances, lo que nosotros atribuimos a su rol de hermano mayor de dos pequeños, de quienes está siempre al pendiente. Todos, hasta los bebés —de uno y dos años, respectivamente— son muy independientes.
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2. Existe un gran sentido de comunidad
En una familia grande no hay lujos, todos tienen que compartir y ver por los demás. Existe muy poca oportunidad para el egoísmo.
En una ocasión, cuando estábamos en una reunión social, una niña de otra familia se nos acercó para ver a nuestra hermosa bebé tomar su biberón. Ella le preguntó a su mamá si podían también tener una bebé, a lo que la mamá le contestó que de ser así ella tendría que compartir su recámara. La niña inmediatamente cambió de parecer: tanto ella como su mamá pensaban que tener una recámara propia era mejor que traer a la familia la alegría de otra vida.
Por el contrario, nuestros hijos, no solo están felices de compartir sus recámaras, sus juguetes y el control de la televisión, sino que cuando reciben alguna bolsa de golosinas, o algún otro tesoro, esperan a estar todos juntos para abrirlos y compartir a los demás de lo que tienen. Como padres no podríamos estar más orgullosos.
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3. El futuro es más prometedor
Durante los últimos momentos de vida de la abuelita de mi esposo, quien vivía en El Salvador, nunca faltó alguien a su lado. A pesar de tener a dos de sus hijos viviendo en Estados Unidos, siempre tuvo a alguien que viera por ella y la cuidara. Durante su enfermedad siempre estuvo alguien junto a su cama y finalmente murió rodeada del amor de su esposo y de sus hijos. Ahora, entre los 6 hermanos que radican allá, se hacen cargo del papá viudo. Si estos padres generosos hubieran preferido el modelo de familia pequeña, con sus dos hijos viviendo en otro país, ¿qué habría sido de ellos?
Nunca he escuchado a personas mayores arrepentirse de haber tenido una familia grande. En cambio, he conocido a muchos matrimonios con nidos vacíos, arrepentidos por no haber tenido más hijos.
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4. ¡Son para toda la eternidad!
Las familias grandes implican un poco más de esfuerzo y sacrificio, pero ¿qué son esas pequeñeces comparadas con la eternidad? ¡Los hijos son para toda la eternidad! Ni los vehículos, ni los viajes, ni los lujos podrán acompañarnos cuando dejemos este mundo. Los hijos, en cambio, son un tesoro en esta vida y en la otra.
Nosotros pronto daremos la bienvenida a nuestro quinto hijo y no podríamos sentirnos más felices y orgullosos. ¿Qué piensas tú de las familias numerosas?