Carta a Bruce Jenner
Querido Bruce:
Tú no eres una mujer, y nunca lo serás.
Los procedimientos a los que te has sometido y la cirugía que planeas realizarte, para “cambiar de sexo”, no van a cambiarte internamente. Van a modificar tu apariencia, pero no te van a hacer una mujer y mucho menos van a solucionar ese conflicto de identidad con el que has luchado durante tantos años.
Querido Bruce, lamento mucho que hayas caído en la trampa de la superficialidad y de los halagos que ahora recibes de las celebridades de Hollywood, esos que ahora te llaman héroe.
Cuando se apaguen los reflectores y se deje de escuchar el eco de los aplausos que hoy recibes, solo vas a quedar tú, con la misma búsqueda interna e insatisfecha con la que has lidiado por tanto tiempo, pero que ahora será mucho más dolorosa por los cambios que ha sufrido tu cuerpo.
Muchas personas que optaron por los tratamientos y las cirugías que has elegido para ti, han terminado por quitarse la vida. La cirugía no sólo NO solucionó su conflicto psicológico y emocional, sino que lo intensificó, llevándolos a un abismo de ansiedad y depresión del que no pudieron salir.
Querido Bruce, con tu cambio de nombre y de apariencia, estás abriéndole la puerta a muchos que como tú, viven con un problema de identidad sexual, haciéndoles creer que la solución a sus luchas internas está en someterse a cambios externos. ¿Te das cuenta de la cantidad de vidas que estarían en riesgo? Tu popularidad, las decisiones que hoy estás tomando y el aplauso de Hollywood tienen una gran influencia en millones de personas. Tienes una gran responsabilidad frente a ti, ya sea que lo reconozcas o no.
Querido Bruce, eres un ser humano que ha soportado un increíble sufrimiento durante años, y mereces toda nuestra compasión y nuestra empatía. No necesitas aplausos, ni gente que te llame héroe. Tienes un problema psicológico y necesitas ayuda. Si esos que te aplauden en verdad te amaran, su reacción sería muy distinta.
Querido Bruce, tú no eres ni serás nunca una mujer, no te engañes, no te hagas más daño. No pongas tus esperanzas en un bisturí y en unos implantes. Lo que necesitas es ayuda profesional y lo más importante, necesitas a Dios. Él no se equivocó al hacerte quien eres, y nadie quiere más tu felicidad que Él mismo.
Espero que reconozcas la verdad antes de que sea demasiado tarde.
Que el Señor te guíe y te ilumine.