¿Tu día especial estuvo menos que perfecto?
¡Claro! Los niños pequeños son tan inquietos, tan demandantes, tan voluntariosos, tan impredecibles, tan agotadores…
¿Cuántos padres no ven la hora de que crezcan para poder -por fin- tener una celebración sin incidentes, dormir una noche completa, ver una película sin interrupciones, o simplemente sentarse a la mesa a comer algo caliente?
¿Por qué no nos damos cuenta de que esas pequeñas criaturas que ponen nuestro mundo de cabeza están en su estado más puro y natural?
¿Por qué no nos damos cuenta de que todo lo que ven esos ojitos y destruyen esas manitas, son experiencias nuevas y fascinantes para un potencial en pleno despegue?
¿Por qué nos olvidamos de que tenemos a nuestro cuidado almas hermosas en su estado más blanco y luminoso?
¿¡Por qué no nos dedicamos a disfrutarlos más y a estresarnos menos!?
La casa no va a estar en ruinas para siempre, ni los festejos serán tan complicados. Muy pronto los críos se habrán ido del nido, y entonces vamos a desear regresar el tiempo y volver a tenerlos pequeñitos sentados en nuestras piernas, y vamos a extrañar sus travesuras, sus besos pegajosos, sus caricaturas, su aroma tierno, sus bracitos pidiendo los nuestros, sus ojitos buscando aventuras…
Los niños pequeños son como relojitos: ¡no podemos detener su marcha! Y aunque a veces nos vuelve locos su interminable tic-tac, no es más que un suspiro el tiempo que estarán con nosotros.
Atesoremos cada instante con ellos ¡aunque todo lo demás sea un desastre! Un buen día se habrán ido y con ellos la inocencia que iluminaba todo y nos recordaba la pureza del cielo.
¡Ánimo! Estás muy a tiempo de tener en tu memoria un muy feliz Día de las Madres.