Querida Ángela Ponce, Nunca Serás una Mujer

Querido Angel Ponce (¿este es tu verdadero nombre, cierto?):

Mucho se ha dicho en estos días que la causa del suicidio de un joven en mi país, ha sido la postura “radical” de la ex Miss Universo mexicana Lupita Jones, por decir que un transexual jamás será igual que una mujer.

Querido Angel, temo decirte que la causa de esa muerte, no ha sido la postura valiente de Lupita por decir la VERDAD. La causa de esta tragedia, es la mentira que TÚ representas en tu papel de “mujer exitosa”, aclamada por los medios de comunicación por tu “cambio de sexo” y tu coronación como “reina de belleza”.

En primer lugar querido Angel, lamento decirte que tú no eres una mujer, y nunca lo serás. Los procedimientos y la cirugía a la que te has sometido, modificaron tu apariencia, pero no te han convertido en una mujer y mucho menos han solucionado ese conflicto de identidad con el que te enfrentas, y con los que seguramente, luchó ese pobre hombre que acabó quitándose la vida.

Querido Angel, por si no te has dado cuenta, has caído en la trampa de los que quieren imponer la agenda de la ideología de género en el mundo: esos que quieren hacer creer a la sociedad que tu condición y otros trastornos sexuales son normales, deseables y plausibles; esos que quieren adoctrinar a los niños para que experimenten con su sexualidad poniendo en riesgo sus propias vidas; ¡y claro! otros más ingenuos que creen que este movimiento se trata “del amor, la inclusión y la diversidad”. O aquellos todavía más inocentes y vulnerables, que te ven como un gran ejemplo, y terminan como aquel muchacho que culpó a Lupita Jones anticipadamente de su trágico final.

Querido Angel, tú también eres una víctima y tarde o temprano acabarás por sufrir las consecuencias de haberte sometido a esta transformación y haberte convertido en un icono para esta “revolución”.

Cuando se apaguen los reflectores y se deje de escuchar el eco de los aplausos que hoy recibes, solo vas a quedar tú, con la misma búsqueda interna e insatisfecha con la que has lidiado por tanto tiempo, pero que ahora será mucho más dolorosa por los cambios que ha sufrido tu cuerpo.

Igual que aquel joven que se dirigió a Lupita, muchos que optaron por los tratamientos y las cirugías que has elegido para ti, han terminado por quitarse la vida. La cirugía no sólo NO solucionó sus conflictos psicológicos y emocionales, sino que los intensificó, llevándolos a una crisis de ansiedad y depresión de la que no pudieron salir.

Querido Angel, con tu cambio de nombre y de apariencia, y con tu supuesto éxito como “reina de belleza”, estás abriendo una puerta a muchos que como tú, viven con un problema de identidad sexual. Estás haciéndoles creer que la solución a sus luchas internas, está en someterse a tratamientos hormonales, mutilaciones e implantes. ¿Te das cuenta de la cantidad de vidas que están en riesgo? Tu popularidad y lo que hoy representas, tiene una gran influencia en millones de personas. Tienes una gran responsabilidad frente a ti, ya sea que lo reconozcas o no.

Querido Angel, eres un ser humano que ha soportado un increíble sufrimiento durante años, y mereces toda nuestra compasión y nuestra empatía. No necesitas aplausos, ni gente que te llame “reina”. Tienes un problema psicológico y necesitas ayuda. Si esos que te aplauden en verdad te amaran, su reacción sería muy distinta.

Querido Angel, tú no eres ni serás nunca una mujer, no te engañes, no te hagas más daño. No hagas que otros pongan sus esperanzas en una cirugía y unos implantes, o en el reconocimiento del “mundo moderno”. Lo que necesitas tú y todas las personas que experimentan disforia de género, es ayuda profesional y lo más importante, necesitan a Dios.

Espero que reconozcas la verdad antes de que sea demasiado tarde para ti y para muchos otros.

Me despido deseándote lo mejor. Solo recuerda que las modas, las corrientes, y las ideologías, siempre pasan como un tornado, destruyen todo y desaparecen. Solo quedas tú, sin aplausos, sin medios de comunicación, sin concursos de belleza. Solo tú y lo que le hayas hecho a tu cuerpo y a tu espíritu.

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