Hubiera sido lindo tener un papá. ¿Adopción para parejas homosexuales?

Mi esposo, con mi hija menor. La imagen de un papá cariñoso y una niña enamorada.

Ahora que he estado leyendo cartas y artículos que hablan del drama que viven los hijos de padres homosexuales, he experimentado todo tipo de emociones y recuerdos, casi todos ellos de tristeza.

El día que se legalizó el matrimonio homosexual en Estados Unidos, y con esto se abrió la posibilidad de que estas parejas pudieran adoptar, hubo un sinnúmero de reacciones. Recuerdo un pequeño debate que sostuve con un arduo “defensor” del matrimonio y de la adopción gay, que probablemente pensaba que yo no tenía ninguna autoridad en el tema.

Uno de los argumentos de este “activista en favor de los derechos homosexuales” era que aún en la sociedad actual, había circunstancias en las que los niños crecían en familias “no tradicionales” (madres solteras, padres divorciados, la muerte de uno de los padres, etc.) y que no había por qué condenar el deseo de dos mujeres, o de dos hombres de tener hijos.

¡Cómo me hubiera gustado contarle mi historia!

Yo nací en un hogar tradicional, en donde por circunstancias del trabajo de mis padres, a la edad de 5 años tuve que vivir lejos de ellos durante dos años. Mis abuelos nos amaban mucho a mi hermana y a mí, pero yo me sentía siempre confundida al estar lejos de mi familia natural. Era una niña muy insegura, tal vez por el hecho de sentirme diferente. No me explicaba cómo es que todos los niños vivían con su papá y su mamá y yo estaba tan lejos de los míos, al cuidado de alguien más. Fue una situación, que a mi corta edad resultaba muy perturbadora y dolorosa.

Cuando finalmente pudimos vivir todos juntos, a la edad de 7 años, el sueño duró muy poco. Mi papá murió de cáncer un año después. Fue un golpe muy duro, de nuevo me sentía incompleta, insegura… poco sabía lo mucho que me iba a hacer falta ese papá que estuvo en mi vida tan pocos años, dejando un vacío tan grande.

Cuando murió mi abuelo, nos mudamos a una casa más grande para que mi abuela pudiera vivir con nosotros y fue entonces cuando viví la experiencia de tener “dos mamas”. Mi pobre hermano creció entre mujeres. Si yo sentía que me hacía falta tener a papá conmigo ¡no me imagino cómo se sentía él!

Recientemente he aprendido el papel tan importante que juegan los padres (varones) en el desarrollo de las niñas. El papá, no es solamente el proveedor y el que hace los trabajos difíciles de la casa, es el que define la forma en que las niñas comprenden su valor como mujeres.

La doctora Meg Meeker, afirma que hay pocos factores más importantes para el desarrollo mental, físico y social de una niña que la relación con su padre. El papá, simplemente ¡es el primer amor de su hija! y es el hombre más importante de su vida. Sus interacciones con ella la preparan para relacionarse con todos los demás hombres y con Dios.

Cuando el padre no existe en la vida de una niña, de acuerdo con la doctora Meeker, ella se debilita. Se debilitan su autoestima y su capacidad para tener relaciones sanas con otros hombres. Incluso se debilita su percepción de lo que es capaz de lograr. El factor que más influye sobre la autoestima de las mujeres ¡es el afecto del padre!

Todas estas afirmaciones de la doctora Meeker, las fui experimentando una por una a lo largo de mi vida. Entre otras cosas, siempre sentí que me hizo falta esa disciplina firme pero amorosa que solo un padre puede dar.

Cuando alguna de mis amigas no podía ir a una fiesta por órdenes de su papá, secretamente deseaba que ese “no” fuera para mí. Yo sabía todo lo negativo que me esperaba en esas reuniones y con esas compañías. Deseaba tanto tener a alguien que me protegiera de mí misma.

Yo fui una adolescente muy rebelde y me hice mucho daño. Tal vez si hubiera tenido a mi papá a mi lado, no hubiera cometido tantos errores en mi vida. No lo sé.

Si nos preguntaran a mis hermanos y a mí, si amábamos a “nuestras dos madres” lo afirmaríamos con todo el corazón. ¡Crecimos en un hogar lleno de amor! no hay duda de ello.

La pregunta fundamental no es si los homosexuales tienen suficiente amor para estos niños que quieren adoptar, estoy segura de que sí lo tienen. Todas las personas con atracción al mismo sexo que conocemos son personas de buenos sentimientos y de gran calidad humana.

El principal problema que existe en la cuestión de la adopción homosexual, es el rol tan importante, e irremplazable que juega cada uno de los padres. No se trata de un problema de discriminación contra estas parejas. ¡Se trata exclusivamente del bienestar de los niños!

¿Cómo van a aprender esos hijos a interactuar con el sexo opuesto? ¿Qué va a esperar una niña de su esposo si no tuvo un modelo en casa que le mostrara que una esposa debe tratarse con cariño, respeto y delicadeza? ¿Cómo aprende un niño a tener amigos varones que disfrutan de los golpes, de caerse, de explorar la naturaleza? ¿Cómo aprende un adolescente a pretender y a cortejar a una jovencita con respeto?

Si bien es cierto, como decía mi amigo el defensor de la adopción gay, que existen situaciones en la vida, en que los niños tienen que crecer sin la figura paterna o materna, definitivamente ésta no es la situación ideal para ellos. Si a esos hijos se les preguntara lo que ellos preferirían, su respuesta sería clara: ellos querrían tener a un padre y a una madre, así como yo hubiera querido con todo mi corazón crecer con mi papá a mi lado.

Debemos tener muy claro, que la adopción no es un derecho de aquellos que desean ser padres, como se ha dicho una y otra vez, la adopción es un derecho DE LOS NIÑOS. Ellos necesitan la mejor de las posibilidades, para tener un desarrollo pleno, feliz, satisfactorio con mayores probabilidades de éxito personal, familiar y profesional. Las circunstancias que la vida nos presenta, no siempre son las mejores, pero cuando se trata de elegir ¡no podemos darnos el lujo de experimentar!

Cuando veo a mis cinco hijos jugar con mi esposo, y hacer todas esas cosas que yo no podría hacer con ellos (armar aviones y barcos, arreglar y armar muebles, jugar a la pelota, entre muchas cosas), y cuando veo a mis niñas tan enamoradas de su papá, le doy gracias a Dios por la bendición que tienen de contar con mi esposo en sus vidas: un papá que ni todas las mamás del mundo podrían reemplazar.

¿Tú qué crees que es mejor para los niños en medio de todo este debate?

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